Por: Redacción El Blog

El joven salvadoreño iba como copiloto en un vehículo por una transitada calle del condado de Gwinnett, Georgia, Estados Unidos, cuando fueron impactados por otro auto que se pasó una luz en rojo.

Todo estaba claro. El accidente era culpa del otro conductor, pero desgraciadamente el que manejaba no contaba con una licencia válida, por lo cual comenzó a temblar.

Los dos latinos se bajaron del coche para revisarse bien entre ellos y ver si el otro chofer estaba bien y afortunadamente así fue.

Las lesiones que los tres presentaban eran menores, pero igual, ya la policía y la ambulancia iban en camino, pues varios testigos habían llamado al 911 para reportar el accidente.

El conductor hispano sabía que era cuestión de tiempo para que las autoridades llegaran y se dieran cuenta de su situación, lo que seguramente haría que fuera a parar a la cárcel y hasta en proceso de deportación.

Pero antes de que la primera patrulla llegara ocurrió algo que cambió el panorama por completo.

Apareció de la nada un hombre para preguntarle a ambos latinos si estaban bien. Estos respondieron afirmativamente, pero de repente, el extraño le dijo a Contreras “tú eres el que iba manejando”.

“Para nada. Estas equivocado, Yo era el pasajero”, le respondió el salvadoreño.

“No señor. No mientas. Tú ibas manejando”, le repitió el estadounidense.

Cuando la primera patrulla llegó, el conductor latino comenzó a sudar, pero ahora ya no estaba solo, pues Contreras estaba aterrado ante la posibilidad de que el otro conductor lo inculpara y así fue.

La policía interrogó a ambos choferes y a un par de testigos, entre ellos el otro conductor que, sin pensarlo dos veces, señaló como el conductor a Contreras.

El uniformado entonces se regresó a donde estaban los hispanos y los comenzó a presionar.

“¿Por qué me han mentido? Tu ibas manejando y me dijeron que el otro”, le dijo a ambos y sin mediar palabra, sacó sus esposas y esposó a Contreras, dejando libre al verdadero conductor.

“Oficial, por favor, espere aquí hay un error. Yo no soy el conductor…”, le insistió. “Eso se lo explicas al juez”, le replicó el agente antes de trasladarlo a la cárcel de la localidad.

El salvadoreño tragó amargo. Sabía que en esa prisión los custodios cooperan con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y que había una alta posibilidad de que terminara deportado.

Actualmente, el salvadoreño se espera a la orden de un juez y conocer su futuro. (Mundo Hispánico)

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San Salvador, El Salvador

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