Un joven repartidor recibió una llamada -como de costumbre- sin saber que el cliente al que atendía estaba a más de 360 kilómetros y que era un paciente enfermo de cáncer (en la etapa final) quien soñaba con las pizzas del establecimiento.
Al escuchar la historia de Rich Morgan, el repartidor, no lo pensó dos veces y le preguntó al padre cuál era la pizza favorita de su hijo; sin embargo, no prometió nada ya que Steve’s Pizza no hace delivery y considerando la lejanía de la casa, la entrega parecía un actividad imposible.
Julie colgó y agradeció el gesto del hombre ya que sabía de antemano que no hacían entregas a domicilio y la esperanza de que su esposo recibiera un mensaje de su pizzería favorita era solo una posibilidad.
Grande fue su sorpresa cuando vio al joven frente a la puerta de su casa a las 2:00 de la mañana, el repartidor había manejado por más de cuatro horas y llegaba con dos cajas de pizza especiales llenas champiñones y pepperoni, las favoritas de Rich. A Dalton lo importó manejar largas horas ni llegar tan tarde ya que la historia de Rich frente al cáncer lo había conmovido.
Al verlo, la familia se ofreció a pagarle un hotel o darle hospicio en casa pero Dalton se negó y explicó que debía volver a fin de completar su turno al día siguiente. “Dalton trajo a nuestra familia tanta alegría – y la mejor pizza del mundo – en un momento muy difícil.
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