La procesión anual del Kandy Esala, es una festividad budista que tiene lugar cada año entre julio y agosto en la ciudad de Kandy, Sri Lanka, donde es recordada por ser una celebración colorida y divertida acompañada de dos mil bailarines, bateristas y portadores de antorchas que se presentan junto a docenas de elefantes.
Este año las fotografías de las fiestas de Esala Parahera están dando la vuelta al mundo con la imagen ‘Tikiri’ un elefante hembra de 70 años de edad completamente esquelita desfilando junto a los 60 paquidermos que se encuentran sometidos a entretener a los vecinos de la localidad, informó el medio internacional ABC.
“Nadie puede ver el cuerpo huesudo de los elefantes porque llevan un disfraz. Nadie puede ver las lágrimas en sus ojos porque las luces obstruye su visión, de hecho casi nadie puede observar el maltrato cuando hay una manta gigante cubriendo todo su cuerpo para ocultar sus patas esposadas”, declaró una turista americana en su cuenta personal de Twitter quien se mostró horrorizada tras presenciar de primera mano lo sucedido.
Por su parte, la organización benéfica británica, Save The Elephants, denunció lo sucedido, y según explicaron, los 60 elefantes trabajaron durante diez noches consecutivas hasta altas horas en medio del ruido, el humo y los fuegos artificiales.
De acuerdo con la directora de Save Elephant Foundation, Lek Chailer, la vieja elefanta “se une al desfile pronto todas las noches hasta altas horas de la madrugada, durante 10 días consecutivos, en medio del ruido, los fuegos artificiales y el humo”.
“Camina muchos kilómetros todas las noches para que la gente se sienta bendecida durante la ceremonia. Nadie ve su cuerpo huesudo o su condición debilitada, debajo del disfraz. Todos tienen derecho a creer siempre y cuando esa creencia no perturbe ni dañe a otra. ¿Cómo podemos llamar a esto una bendición, o algo sagrado, si hacemos sufrir a otras vidas?”, cuestionó Chailer.
Según ABC¸ tras la difusión de las desgarradoras imágenes de los elefantes, Change.org ha logrado conseguir, hasta ahora, 4.000 firmas para exigirle a Ranil Wickremesinghe, el primer ministro de Sri Lanka, que ponga fin mediante la implantación de nuevas leyes que prohíban la tortura y el abuso hacia los animales.