Por: Redacción El Blog

Un ex editor de política de LA PRENSA GRAFICA detonó en redes sociales la catástrofe no solo de Carlos Calleja y ARENA, sino también del periódico que se convirtió desde el principio en el vehículo oficial de comunicación de la candidatura del presidenciable tricolor: La Prensa Gráfica del Grupo Dutriz.

Ricardo Saúl Vaquerano, quien por varios años fue jefe editor de La Prensa Gráfica, luego de El Faro y ahora editor de la revista Factum, expresó lo que es notorio y que la gran mayoría de periodistas espetan: “La Prensa Gráfica perdió la elección y la dignidad”.

Sendas páginas y portadas fueron dedicadas a Calleja por casi dos años, así como ataques despiadados y hasta descarados en contra del ahora presidente electo Nayib Bukele. Incluso, el propietario de LPG, José Roberto Dutriz, y su cuestionado director editorial Gabriel Trillos, emprendieron la travesía judicial en contra de Bukele para perjudicarlo en sus aspiraciones presidenciales.

Ahora, ARENA busca los culpables de la humillante derrota ante Bukele, y muchos analistas, empresarios y políticos apuntan a La Prensa Gráfica y especialmente a su director editorial Gabriel Trillos, quien recibió miles de dólares mensuales por cinco años del expresidente Antonio Saca quien confesó su corrupción y guarda prisión. Tres testigos criteriados de la FGR confirmaron lo entregado a Trillos, que suma más de 400 mil dólares en soborno o “menta”. Uno de los testigos es el mismo que le entregaba el dinero.

“Mientras Dutriz se desvivía descaradamente por Calleja y ponía su periódico de ‘Noticias de Verdad’ en riesgo total, su director editorial era sobornado por Saca y todo indica que también por Funes… no entendemos como Dutriz mantuvo a este corrupto de Trillos y tenía el valor de atacar a personalidades y políticos sin misericordia y sin pruebas”, dijo un analista de derecha muy cercano a Dutriz.

Algunos periodistas que aún siguen en La Prensa Gráfica, que pidieron ayer el anonimato, afirman que Trillos es cercano o parte de los comunicadores de Adolfo Salume.

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San Salvador, El Salvador

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