Por: Agencias

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España regresó a un paraíso inesperado tras rematar el torneo perfecto ante Argentina en la final, dominó completamente la final (75-95) para lograr su segundo título mundial, tras el conseguido en Japón 2006.

es el oro que ya no verían nuestros ojos, la segunda cima mundial de una España que dio una lección planetaria en Pekín: no hay imposibles cuando se muere por una idea con la conmovedora hermandad con la que lo ha hecho este grupo ya para la historia, liderado en la pista por Marc Gasol y Ricky Rubio y en el banquillo por Sergio Scariolo.

A un lado los orígenes, las rivalidades, los pasados e incluso lo que está por venir. Sobre la pista del Wukesong, allá donde la selección ya protagonizó otro de sus hitos en la final olímpica de 2008Rudy Fernández levantó al cielo chino la copa del mundo como 13 años antes lo había hecho Carlos Jiménez en Saitama.

La vida puede ser maravillosa cuando se convierten los contratiempos en casus belli, se hace de las dudas el más profundo de los resortes, se deja la vida por cada balón suelto y el corazón por ayudar al compañero en apuros. Pero sería injusto afirmar que la España dorada es sólo coraje, pues nadie tampoco les superó en sabiduría, en riqueza táctica, en interiorizar cada plan de partido como si fuera el plano de escapada de la prisión.

Las órdenes de Scariolo fueron religión, a un lado los egos, que es el mayor de los logros que puede alcanzar un colectivo en el deporte profesional. Es la ética del que no le regalaron nada, del que le dieron por fracasado antes de empezar, del que escuchó una y otra vez aquello del ‘ya no son lo que eran’.

España coge el testigo del humillado USA Team, ese grupo de vedettes que representa todo lo contrario, que renuncia a un verano de pasión como si ganar un Mundial no fuera algo extraordinario. Pagaron caro ellos el desprecio y España -también Argentina con esa plata que, sofocadas las lágrimas, vale tanto como el oro-, les enseñó el éxito de la mano tendida y la camaradería.

El partido amaneció con tres bofetadas. Ni escrúpulos ni contemplaciones. Dos grupos salvajes sobre el cuadrilátero. Primero España, que acostumbra a ser perezosa (2-14), con Oriola en el quinteto para atosigar a Scola, con las manos rápidas de Juanchoy el rebote ofensivo como castigo a una Argentina trémula. Respondió Brussino y un inesperado despiste que desguareció la zaga, el tesoro español, recibiendo puñaladas a la contra, lo nunca visto.

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San Salvador, El Salvador

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