Por: Agencias

Publicado original en el espectador.online

El ambiente navideño “estaba en el aire”, solo faltaban 13 días para noche buena y las calles de San Salvador eran abarrotadas por familias enteras que andaban en busca de los estrenos para Navidad y fin de año, el dinero que habían ganado en la recolecta de café alcanzaba hasta para la compra de algunos regalos extra.

A varios kilómetros de la capital, allá en la perla de Oriente, en un pequeño despacho, habían llegado unos hombres que están a punto de constituir una empresa a la que le veían futuro.

Hubo un pequeño retraso, porque la cita era a las 11:00 AM; pero, solo diez minutos después, ya están listos para estampar la rúbrica en aquel papel que un reconocido notario había elaborado.

En aquel papel membretado, se establecía que eran 125 acciones que traducidas en COLONES hacían la suma de ¢ 12,500.

Bajo aquel fuerte sol y es que en San Miguel particularmente, se siente más fuerte que en la capital, se constituía la sociedad que llamarían por nombre “Sistemas Comestibles S.A de C.V”.

El nombre no era muy atractivo mercadológicamente, pero comenzarían a trabajar para que de esa sociedad pudieran nacer empresas con solidez y prestigio a nivel nacional.

44 años después y según documentación en nuestro poder, existen al menos 49 empresas registradas bajo ese “paraguas” (sistemas comestibles S.A de C.V) una de esas y por cierto la más reciente es la Revista Factum, propiedad de Adolfo Salume.

“SISTEMAS COMESTIBLES ahora es Revista”


La revista, es la empresa más reciente, pero es la que más ha dado de qué hablar en los últimos meses, sobre todo, por el vínculo directo que tiene su cofundador el ex ministro de El Salvador en Estados Unidos, Héctor Silva Ávalos con esta empresa y el tipo de “reportajes investigativos” que han presentado en la que dañan la imagen de la corporación policial, ocasionando una ola de ataques y muertes de agentes policiales.

¿Qué tiene que ver una revista informativa con una compañía que se dedica a la elaboración de donas, harinas y otros productos comestibles? Aparentemente nada, pero esa revista está bajo el mismo registro, lo cual indica que los reportajes carecen de solidez periodística, ética y sobre todo veracidad porque responde a los intereses de una persona que ha estado envuelta en escándalos por no competir de forma legal en el mercado de las harinas.

“Registro de Ella”

El nombre comercial es FACTUM que traducido al castellano es “Ella”, y sirve para: identificar un establecimiento que se dedicará a producir, vender revistas y cualquier otra actividad relacionada con ese rubro, al menos eso dice la petición hecha el pasado 27 de enero de 2017 ante el registro de la propiedad.

Esa empresa es teledirigida desde EEUU por el ex ministro Héctor Silva Ávalos, quien hasta el momento no ha presentado su declaración de patrimonio ante la sección de probidad de la CSJ, aún cuando ganó más de $120,000 cómo funcionario público bajo la administración Funes.

¿Con qué solvencia?

Si Ella (Factum) hace reportajes investigativos que carecen de credibilidad, entonces ¿cuál es el objetivo de mantener un medio de comunicación cómo ese? Seguramente es un instrumento de “propaganda” para desprestigiar a su competencia o a quién diga el señor dueño del emporio.

¿Por qué el señor Silva Ávalos es el cofundador en sociedad con “Fito” Salume de la revista que hasta hoy sólo logró desprestigiar a la institución policial y victimizar a grupos catalogados como terrorista?

Otra pregunta válida es ¿quién o quiénes están pagando para que los “reportajes” que no pasan el filtro periodístico sean publicados y dañen a terceras personas? ¿será que alguna “ONG” está interesada que la delincuencia no sea combatida cómo se debe en El Salvador?

Son preguntas que hasta el momento solo nos dejan más dudas y cero respuestas; sobre todo, porque conocemos (a través de las investigaciones publicadas por nuestro medio) que el cofundador de la revista evadió los procedimientos para no dejar claro si hubo o no un supuesto enriquecimiento ilícito durante su gestión como funcionario público.

Al final del edicto publicado en un periódico salvadoreño lo que se lee es que esa revista podría realizar “CUALQUIER” otra actividad relacionada con el rubro de la misma. Ese “cualquier” es indefinido y se presta para que se haga o publique “cualquier” cosa bajo el ropaje de la Libertad de Prensa, sin cumplir con la ética y moral a la que cómo medios de comunicación todos estamos llamados a practicar.

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San Salvador, El Salvador

Redacción

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