Por: Agencias

Sobrevivió el Barcelona a un primer tiempo en el que solo el poco acierto de un Vinicius desencadenado en ataque pero inoperante de cara a puerta evitó que llegara al descanso por detrás en el marcador e incluso sin posibilidades de alcanzar la final. Tanto es así que durante los primeros cuarenta y cinco minutos los blancos remataron hasta en cinco ocasiones por solo una del Barcelona, que además vio como cualquiera de las oportunidades del Real Madrid era más clara que la que tuvo Ivan Rakitic en su remate desde la frontal que se marchó directo a la grada.

Por no hablar del claro penalti no concedido al equipo madridista después de que Nélson Semedo derribara a Vinicius dentro del área. Pero el Barcelona supo aguantar frente al ciclón blanco y logró batir a Keylor Navas en el primer remate a puerta que realizó, obra de Luis Suárez, que con un remate seco envió al fondo de la red el regalo que le envió Ousmane Dembélé desde la izquierda tras destrozar a Dani Carvajal en el tramo inicial del segundo tiempo. Ese gol desordenó, más si cabe, el juego de ambos equipos, desnortados sobre el césped. Pero el Barcelona demuestra sentirse cómodo en el caos y empezó a pisar el área rival con mayor frecuencia, haciendo buena aquella máxima de ‘cuanto peor, mejor’.

En este contexto, el ciclón acabó siendo una agradable brisa que estimuló a los azulgrana. Sin embargo, si el Barcelona no encajó gol alguno fue gracias a otra gran actuación de Marc-André Ter Stegen, que salvó al Barcelona en el segundo tiempo igual que hizo en el primero. Con su portero y su delantero centro se bastó el Barcelona para borrar al Real Madrid de la Copa del Rey pues tras el jugadón de Vinicius que acabó con el balón rozando el poste Dembélé volvió a liderar una cabalgada que culminó enviando el balón al área y Suárez, que llegaba como un tren de mercancías, ni siquiera tuvo que poner la pierna para volver a batir a Keylor Navas.

Todavía faltaba el zasca, otro, del uruguayo a Sergio Ramos por obra y gracia de Raphael Varane, que pisó muy claramente al delantero cuando encaraba dentro del área. Suárez lo metió a lo Panenka, como le gusta hacerlo al capitán del Real Madrid, incapaz de entender un Barcelona muy lejos de su mejor juego y sin que Leo Messi, vigiladísimo, apareciera en posiciones de peligro. Pero de alguna forma ese fue el partido soñado del barcelonismo, goleando en el Bernabéu con más, mucha más, efectividad que creatividad. Inicialmente timorato, acabó goleando al eterno rival en su propia casa en un partido que quizá no mereció ni ganar. Y esas son las que hacen más daño a los rivales. Lo que es una evidencia es que el Barcelona sigue aspirando a todo.

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